Visitar Nápoles con niños puede ser toda una aventura y hoy te contamos cómo fue la nuestra. Por supuesto también todos los errores y triunfos que tuvimos en nuestro paso por esta ciudad que no deja indiferente a nadie.
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Viajar a Nápoles con niños
Sin duda Nápoles es una ciudad italiana famosa, que siempre aparece de las primeras en la lista de cualquier guía turística. Se dice de ella que o la amas o la odias y que los napolitanos son unos italianos muy particulares.
Así que hay muchas razones para visitar esta ciudad tan especial. Tengo que decir que nosotros íbamos más buscando ver su esencia, que visitar monumentos.
Es por eso que decidimos visitarla en un día. Siendo invierno el tiempo no estaba de nuestra parte. Las horas de luz son escasas, pero vivimos una experiencia que no olvidaremos nunca. ¿Te estás preguntando cómo fue? No me enrollo más y comenzamos con nuestra visita a Nápoles con niños.
¿Cómo llegamos a Nápoles?
Cómo saben nosotros nos movemos en autocaravana, en esta ocasión no íbamos solos, sino junto a Ser el Cambio, una familia amiga que también vive en movimiento y con la que vivimos un mes de viaje por Italia. Por cierto les recomendamos seguir su Canal de Youtube que es genial.
En Nápoles no encontramos ningún área para autocaravana. Decidimos buscar el área más cercana y dormir allí. Para luego a primera hora de la mañana movernos a un parking a las afueras de la ciudad y desde allí llegar al centro en transporte público.
Pasamos la noche en un parking en Santa Maria Capua Vetere que tiene también servicio de llenado y vaciado. El lugar es tranquilo y queda al lado de un anfiteatro romano que se puede visitar. Nosotros por tiempo no lo hicimos, pero nos pareció muy interesante.
Tan pronto cómo pudimos, a la mañana siguiente partimos en dirección a Nápoles. Después de perdernos por unas calles, donde causamos algún que otro atasco, llegamos al Parking Frullone donde dejamos a la Chancha durante todo el día. El precio es de 3€ de las 8 de la mañana a las 12 de la noche, lo que nos pareció más que razonable. Está vigilado y lo mejor es que está justo al lado de la parada de metro Frullone. En unos 20 minutos estarás en el centro de Nápoles.
Se imaginan que viajar en metro a Nápoles con niños fué toda una experiencia, pero sobrevivimos. Y así comenzó nuestra aventura en esta ciudad.
¿Qué vimos en Nápoles con niños?
Decidimos bajar en la parada Municipio y así poder visitar a pié alguno de sus monumentos y lugares de interés. Desde la parada de metro caminamos hasta Castel Nuovo. No entramos pero pudimos verlo un poco por fuera aunque estaba en obras con andamios.
Luego visitamos la Galleria Umberto I en la cual nos sacamos algunas fotos. Desde su puerta pudimos admirar el Teatro San Carlos por fuera. Caminamos hasta la Plaza del Plebiscito donde se encuentran la Basílica de San Francisco de Paula y el Palacio Real de Nápoles, que tiene en su fachada estatuas de los diferentes reyes de Nápoles. Por supuesto hicimos una parada técnica en la plaza para reponer energías.
Tan pronto cómo terminamos de comer nos dirigimos hacia el Castel dell’Ovo o Castillo del Huevo. Para llegar caminamos por el paseo marítimo y pudimos admirar el Vesubio a lo lejos, una imagen que impactó y nos encantó a partes iguales.
Y llegamos al Castel dell’Ovo. El nombre del castillo se cree que viene de una leyenda sobre el poeta Virgilio, quien tenía escondido dentro del castillo un huevo mágico que hacía que la fortaleza se mantuviera en pie.
Aunque la leyenda nos llamó la atención no puedo negarles que a los niños les hizo ilusión visitarlo porque tiene un nombre particular y gracioso. Mientras que a nosotros nos hizo ilusión que su entrada fuera gratuita.
Paseamos por sus calles y pudimos subir hasta lo alto del castillo desde donde se tienen unas vistas preciosas no solo del mar sino también de la ciudad de Nápoles.
Una vez que todos los niños se montaron en los cañones, ahuyentaron a las gaviotas y jugaron a los caballeros, salimos del castillo en dirección a nuestra última parada turística en Nápoles.
Maradona: Un dios Napolitano
Siendo argentinos, y aunque no somos muy futboleros, teníamos que visitar los murales de Maradona en el Quartieri Spagnoli, así que allá nos fuimos.
Pero antes de contarles lo que se siente ver este lugar tenemos que contarles la experiencia que fue llegar hasta ahí. Porque es en ese momento, señoras y señores, que descubrimos la verdadera Nápoles.
Para no caminar tanto salimos de las calles principales y ahí estábamos nosotros. Cuatro adultos y cinco niños caminando por callejuelas entre edificios altos, ropa tendida, mujeres asomándose por la puerta para ver que pasa fuera, altares de virgenes y santos y por supuesto motos que pasaban a toda velocidad junto a nosotros.
Tengo que decir que salvo algún que otro susto por lo de las motos el resto nos dejó maravillados.
De repente, banderas argentinas colgadas en ventanas al azar. Un niño cantando “Muchachos” con pasión. Se ve que era acá donde teníamos que haber visto la final pero en ese momento no lo sabíamos. Todo esto nos demostraba que estamos en el buen camino hacia el altar del Diez.
En las callejuelas del Quartieri Spagnoli también vimos carnicerías y tiendas de comida muy particulares que nos siguieron demostrando que Nápoles es única.
De pronto comienza a haber más gente y al doblar una esquina casi no se puede caminar. Manos bien agarradas de los niños y a zambullirnos en la multitud. Vamos vislumbrando un poco de la pared y comenzamos a sentir ese cosquilleo que genera estar en un lugar que despierta pasiones.
Y al fin llegamos, logramos entrar al recinto y vemos las figuras, los carteles, las camisetas y los murales de Diego Maradona en las paredes de los edificios. Tengo que decir que el fútbol no es nuestro deporte predilecto pero el amor que tienen los napolitanos por Maradona hace que la experiencia fuese única.
Y el hambre atacó
Después de horas caminando por Nápoles con niños se imaginan que llegó un momento en el que el hambre tocó nuestra puerta, o mejor dicho nuestras panzas.
Teníamos la intención de ir a comer unas buenas pizzas a L’Antica Pizzeria Da Michele. La famosa pizzería donde Julia Roberts come en la película “Come, Reza y Ama”. Hubiera sido una buena forma de terminar nuestra aventura por esta ciudad, pero no fue posible. Estábamos en la otra punta y los niños ya no querían ni caminar ni esperar más.
Decidimos acercarnos al centro y probar suerte en alguna pizzería de allí. Nos costó un poco porque recién eran las 5 de la tarde y no habrían sus cocinas hasta las 7.
Después de caminar un poco encontramos uno de estos puestos de pizzería al corte para turistas, pero ya no podíamos esperar mucho así que entramos y pedimos unas porciones.
La experiencia de la “Verdadera Pizza Napolitana” iba a quedar pendiente para otra visita. De todas formas tenemos que decir que las pizzas que comimos en este local estaban riquísimas y eran super abundantes.
Así que ya contentos con la panza llena caminamos hasta el metro para volver a la Chancha y dar por finalizada nuestra aventura por Nápoles con niños.
¿La amamos o la odiamos?
Y esta fue nuestra experiencia por la ciudad de Nápoles, ahora queda saber que sentimos sobre ella ¿La amamos o la odiamos?
Creo que hablo en nombre de los cinco cuando digo que nos encantó. Nos pareció una ciudad auténtica, con un espíritu propio y que nos hizo entender de donde salieron los barcos que llegaron a Argentina ¡Eran de Nápoles!
Bromas aparte, no podemos más que recomendarte visitar esta fantástica y caótica ciudad y por supuesto si lo haces no dejes de contarnos si la amas o la odias.
Antes de terminar aprovecho y te dejo el enlace al artículo donde contamos nuestra Ruta por la Toscana en Autocaravana. En él descubrirás donde pernoctar y los pueblos encantadores que visitamos.